Zinedine Yazid Zidane nació en Marsella, Francia el 23 de junio de 1972, sus padres son argelinos (Smail y Malika) y tiene cuatro hermanos, Djamel, Farid, Nourredine y Lila.
Smaïl y Malika, los padres de Zidane, emigraron desde la Kabila argelina a Francia a finales de los 60, cuando el país magrebí logró la independencia después de un enfrentamiento cruento con la metrópoli francesa. Los padres de Zidane se establecieron en Marsella, concretamente en el barrio de La Castellane, una ciudad dentro de la ciudad, donde residían un buen número de inmigrantes magrebíes y donde nació Zinedine Yazid Zidane.
Su padre trabajaba en un supermercado para mantener a sus cuatro hijos y, del calor que tuvo en aquellos años, le queda un profundo sentimiento familiar.
Aficionado desde muy joven por el deporte a los cuatro años ya montaba en bicicleta, a los seis empezó a practicar judo, llegando a cinturón verde y poco después empezó a jugar en el Saint-henri Club, equipo del barrio.
Pocos años después acudía al estadio de Marsella y se enamoró del que considera un jugador maravilloso, Enzo Francescoli, que por entonces jugaba en el Olympique y al que aún admira por su juego en el River Plate.
Mientras fue niño, siempre tuvo un poster de Francescoli en sus habitaciones, uno de sus hijos se llama Enzo en su honor y cumplió su sueño en 1996 cuando jugó la final de la Intercontinental ante el River del príncipe. Pero no se arrodilló.
Con 14 años dejó su familia y se marchó al Cannes, recomendado por el ojeador Jean Varreaud. Allí vivió en la casa de un directivo del club, Jean Claude Elineau, que le acogió y le trató como a un hijo.
Debutó en la Primera División francesa el 20 de mayo de 1989, en un partido contra el Nantes de la mano de Luis Fernández, por entonces entrenador-jugador del Cannes.
En esta ciudad, además de cultivar su pasión por el cine, conoció a Veronique Lentisco, una bailarina profesional, hija de emigrantes españoles, que se convirtió en su esposa.
Dejó el Cannes en el 92 para fichar por el Girondins de Burdeos, después de una negociación fallida con el Olympique. Allí coincidió con Dugarry, uno de sus mejores amigos, y llevó al conjunto bordelés a la final de la UEFA del 96, que perdió con el Bayern.
El 3-0 que el Girondins endosó al Milan en las semifinales de aquella UEFA, le llevó a conseguir uno de sus sueños: vestir la camiseta de la Juve que había lucido Michel Platini. Allí ha jugado seis temporadas en las que maravilló con su juego, a la vez que fraguó una fama de gafe en las finales ya que perdió dos consecutivas de la Copa de Europa.
Su trayectoria en la selección de Francia rompió este fatalismo. Zidane debutó con la absoluta el 17 de agosto del 94, marcándole dos goles a la República Checa, tras el mazazo que fue para los bleus quedarse fuera del Mundial de Estados Unidos.
Zizou empezó a jugar con la nacional francesa junto a Pedros, Llacer, Nouma y Ouedec, y muy pronto se convirtió, junto a Deschamps, Blanc o Desailly en la columna vertebral del equipo galo. En el 98 llegó su consagración personal al marcar dos goles a Brasil en la final del Mundial. Indiscutiblemente, era el mejor jugador del mundo. Y, para muchos, lo sigue siendo. En la pasada Eurocopa, el centrocampista volvió a erigirse en el jugador decisivo que llevó a Francia a la victoria.
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